Las horas de guardia son ideales para realizar actividades que mejoren la atención y la cohesión del grupo. Esta actividad que voy a describir a continuación la aprendí en mi formación de yoga para niños y es muy fácil de llevar a cabo. Un viernes a última hora, en una guardia, la puse en práctica en un grupo de 1º de ESO y los resultados fueron muy gratificantes; incluso en la siguiente guardia con el mismo grupo (que querían volver a jugar), ampliamos e innovamos añadiendo más variantes.
MATERIAL NECESARIO:
Dos campanas de mano (o todas las que quieras, cuantas más, mejor). Son muy fáciles de conseguir; yo compré dos en un bazar, por 2€ cada una. Es importante que sean sensibles, es decir que al inclinarlas un poco, suenen aunque sea un poquito (las hay que son para bebés y esas son más rígidas y si no las agitas a base de bien, no suenan; esas no valen).
DESCRIPCIÓN:
Ponemos al alumnado en círculo y les explicamos que vamos a hacer una actividad muy sencilla pero que hay que estar muy concentrados y trabajar en equipo para que salga bien. A continuación les presentamos las campanas, las hacemos sonar e inclinamos una ligeramente para que vean que si se inclina, suena un poquito. Ahora les decimos qué vamos a hacer: voy a pasar la campana al primer alumno de mi derecha, muy concentrada y estableciendo contacto visual con él o ella para que pueda cogerla sin que suene. En este momento de la explicación algunos se ponen nerviosos de “la gran responsabilidad” de coger y pasar la campana sin que suene (hasta los más traviesos se lo toman como algo muy importante). ¡Empezamos! Algunos están nerviosos, a otros les tiemblan las manos pero al final conseguimos que la campana complete la vuelta sin sonar. Siguiente vuelta: paso la campana a la derecha y a continuación, la otra por la izquierda. A alguno le tocará el gran reto de pasar las dos campanas a la vez. Como veis, se puede complicar teniendo más campanas (de hecho en mi formación, mi profesora nos pasó un montón de campanas).
El alumnado disfrutó mucho con esta actividad a la vez que trabajamos la atención (todos estaban pendiente de la campana, por dónde iba, cómo la pasaban, quién estaba nervioso, cuánto quedaba para que le llegara) y el trabajo en equipo. En la siguiente guardia, nos inventamos variantes: a la pata coja, pasarla por detrás de la espalda y la más bonita de todas: con los ojos cerrados. Era fascinante ver cómo trabajábamos la confianza en la otra persona cuando teníamos que pasar o recibir la campana: buscando las manos del otro y dando indicaciones verbales. Cada vez que la campana (o las dos campanas) completaban una vuelta, era motivo de celebración: ¡Todos, como grupo lo habíamos conseguido!
¿Qué pasa si una campana suena o se cae? ¡Nada! En este juego no se elimina a nadie, seguimos jugando y entendiendo que los errores no se pagan, que podemos hacerlo mejor en la siguiente oportunidad y que el grupo no nos juzga sino que nos ayudará a la próxima.
Ya cerca del final de la clase un alumno inventó pasarla con la articulación del codo o entre el dedo índice y el dedo corazón y otro entre el dedo corazón y el anular (formando el símbolo vulcaniano de Star Trek). En este momento de la clase habíamos fortalecido la confianza propia, en el otro y en el grupo y nos atrevíamos con nuevos retos. Para finalizar, pedí dos voluntarios para, cada uno en un lado del círculo, ponerse cada uno una campana en la cabeza, caminar hasta el centro del círculo, intercambiarse las campanas y seguir. Fue difícil, lo probaron varias parejas, algunas con mejores resultados que otras pero no pasaba nada: teníamos fortalecida la confianza 🙂
Os animo a probar esta bonita experiencia en una hora de guardia o en alguna hora de tutoría.
Más adelante incluiré las fotos de la sesión en esta entrada.